Siempre me han seducido las obras de pintura y escultura abstractas, quizás porque encuentro inexplicable y sorprendente que una amalgama de formas y colores, sin sentido aparente, puedan remover mis sensaciones y provocarme múltiples y variadas emociones.
También me gusta apreciar los detalles. Observar con mayor atención me ha permitido descubrir belleza en objetos que por lo general pasan desapercibidos, transformándolos en algo visualmente poderoso.
En cuanto a la fotografía, quise alejarme de la idea de plasmar la realidad, huir de lo obvio.
Con dichas premisas surgió este proyecto de fotografía abstracta.
Destacando las formas, los colores, la textura de los objetos, y mediante el desenfoque, la luz, la retroiluminación, la fragmentación y la descontextualización, se obtienen tomas que por su proximidad, perspectiva y encuadre, sorprenden al espectador, confundiéndole hasta el punto de no reconocer en las fotografías aquello con lo que convive a diario.
El proyecto empieza con un juego, el del despiste: a través de una secuencia de imágenes de objetos de nuestro entorno, la primera realizada desde la distancia mínima de enfoque, el observador debe intentar reconocer el objeto fotografiado, y termina con una moraleja: observemos nuestro entorno con una mirada diferente que nos ayude a apreciar la esencia de aquello que nos rodea, forma parte de nuestro día a día, y a lo que apenas prestamos atención. Seamos conscientes de la importancia de las pequeñas cosas, de los gestos más insignificantes, esos que tanto ayudan a que nuestra existencia sea mucho más feliz.
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